Por: Erika Salinas
Cuando escucho historias de amor que inician con que se conocieron en la adolescencia, se casaron y están juntos desde siempre, por siempre y para siempre, algo me sucede, no es posible que alguien se enamore de otro alguien de esa manera, que obvies los defectos o que no desees en algún momento estar con alguien más. Me frustra pensarlo, la idea se vuelve algo enfermiza, si se notara todo lo que hay detrás de eso.
De ser enamorada del amor, al amor no existe y además da asco, puede entenderse que en un momento lo que sucedió fue tan grave como para siquiera atreverse a hacer tales aseveraciones, sin embargo, no necesariamente surgen las ideas mejor planteadas de los desastres, sino de las intenciones fallidas al pensar: y qué hubiera sido si… jamás lo hubiera volteado a ver, o si hubiera dicho que no, cuando me invitó a salir. Porque hay personas que definitivamente no aportan nada a la vida, ni te hacen mejor persona, ni te inspiran, ni siquiera una plática interesante… bueno, sí, las expectativas tal vez son altas, pero ¿no de eso se trata la vida?, de creer que realmente cosas buenas sucederán, ¿de sentir emociones constantes?, ¿son esos los motivos por los que nos vulnera la soledad? Porque en el fondo, qué sería la vida sin historias que contar, sin el aprendizaje de las malas experiencias o también el arrepentirte del tiempo que perdiste con personas inadecuadas, irreverentes y con las que no tenías ningún futuro…desde el principio.
¿Estamos en la actualidad empezando a vivir los estragos del desamor?, ¿habrá quien ya se haya resignado a nunca encontrarlo?, o ¿habrá quien decida enamorarse para siempre de sí misma? ¿existen en verdad solo las relaciones de pareja para vivir el amor? O ¿hay la posibilidad de que alguien sea feliz sin pensar en su estado civil sin que le atormente en algún momento?
Y en el otro extremo, ¿Están las mujeres dispuestas a seguir renunciando a sus libertades, amor propio, dignidad, incluso a su propia vida por amor? ¿Cuáles son las violencias a las que son más vulnerables en nombre del amor? y que a estas, no les es importante ni su condición económica, ni académica, social o cultural. ¿Todas estamos en riesgo? ¿Seremos capaces de amar con nuestra fuerza como decía Simone de Beauvoir? ¿Nos creeremos merecedoras de un amor infinito hasta la eternidad?
Y es que ya alcanzando un grado de madurez, tal vez las cosas las vemos distintas, pero claro, no dejamos de recordar cómo vivimos en la juventud los amores. Hay momentos bellos, divertidos, que te hacen hacer locuras y donde por supuesto las primeras lágrimas también se hacen presentes. Y es que están todos los sentimientos floreciendo, tan intensos y naturales, en donde se desborda la pasión y las cosas más nobles; pero también surgen las decepciones, lo triste, los corazones rotos; y quien no haya sufrido por amor, tal vez nunca se ha enamorado.
Y es ahí, cuando realmente aprendemos, a hacernos duras, a no confiar, a darnos cuenta que el amor es algo diferente que cuando nos sentimos enamoradas; que trasciende más allá de lo que un día pensábamos, es decir, se rompen los sueños imaginarios de lo que nos hicieron creer muchas veces. ¿Quién no se enamoró de Tom Cruise cuando su personaje en la película Jerry Maguire le dice a Dorothy Boyd “Tú me complementas”? o ¿Quién no admiró la belleza masculina de Brad Pitt cuando personificó a Tristan Ludlow en Leyendas de Pasión?
Soñar despiertas viviendo una vida con alguien, compartir los espacios vitales con alguien, pensando que la media naranja andaba por ahí distraído, pero que un día se iba a aparecer, eran las constantes. Y cuando aparece ese alguien, resulta que muchas veces ni es el mejor, ni es la media naranja; más bien, se vuelve un escape, el salvavidas; con quien solo se aprende un poco, para dar paso a otro y otro o muchos más aprendizajes.
Pero qué suerte tienen los que encuentran el amor, aquél donde les vivieron las mariposas un poco más, quienes se emocionan todavía contando su historia, que se vuelven familia más por convivencia que por un contrato. Que se conocen bien y no les molesta lo que ven en el otro y que hacen del amor una decisión bien meditada.
Lo más importante sería no darlo todo, dejar una gran reserva de amor cuando quien creamos que es el amor de la vida se vaya un día; tal vez sea que se dé la vuelta y simplemente no vuelva o tal vez cuando la convivencia se vuelva monótona y ya no les emocionen las cosas más sencillas. Para esos momentos tenemos que estar preparadas, para sufrir menos, para conservar lo más que podamos el corazón, para que siga latiendo…para que siga viviendo.