Por: Erika Salinas
Si bien es cierto que las mujeres han incursionado al ámbito laboral, lo han hecho en las consideraciones masculinas de las empresas y las instituciones adaptándose a lo que ya existe, “las organizaciones empresariales fueron imaginadas, desde un comienzo, como espacios de circulación privilegiada de varones, divididos en dos grandes grupos: los obreros (varones, proletarios, heterosexuales, blancos y/o de otras etnias) y los managers (varones, formados, clase alta, blancos, heterosexuales)” (Gaba,2008), esto tuvo un impacto considerable en la configuración de lo que significa una mujer trabajadora dentro de estos espacios, considerándoseles inferiores y en lugares de subordinación realizando actividades sobre todo de asistencia, limpieza o secretariales, siendo al mismo tiempo lugares propicios para el acoso sexual, lo que significa que La identidad profesional está profundamente marcada por la dimensión de género ( Ramos, Babera y Sarrió) pues el rol reproductivo asignado a las mujeres, no ha permitido en gran medida el desarrollo profesional de las mujeres y que cuando lo tiene es a costa de sacrificar la vida familiar, no permitiendo a las mujeres gozar plenamente de estos dos mundos. Y es que cada vez hay más mujeres profesionistas que tienen la aspiración de ocupar puestos de distinta índole, por lo que es importante no quedarse en las acciones individuales sino considerar un verdadero cambio integral; si desde las políticas públicas pero además un cambio socio-cultural que permita a las mujeres manifestarse en todas sus expresiones como sujetas de derecho “las barreras que no son sólo legales y administrativas, sino relativas a la posición de las mujeres en la sociedad, y que son las que impiden que las mujeres accedan y circulen por espacios valorados con igualdad de oportunidades que los varones (López,2000). Por eso la participación de los varones en esta transición de cambios es fundamental, porque es necesario que ellos asuman la parte de la responsabilidad que les corresponde en el espacio privado y que las mujeres al mismo tiempo puedan conducirse en el espacio público con un sistema laboral diferente, ir diversificando las actividades para a su vez disolver lo que hasta ahora se conoce como división sexual del trabajo “que asigna al hombre adulto la responsabilidad de la provisión de ingresos familiares y a las mujeres las obligaciones de reproducción del mundo doméstico, incluyendo el cuidado y la crianza de hijos e hijas” (Faur,2006) porque las mujeres ya están en gran medida en el mundo productivo, pero con costos altos a la salud.
Lo que se puede analizar aquí es que si es necesaria la incorporación de la perspectiva de género en las organizaciones y en las instituciones, poder empezar a interiorizar una nueva forma de ver la vida desde lo personal, porque en el ámbito laboral somos, quienes somos en nuestra casa y en la calle; empezando a hablar desde nuestras subjetividades tanto hombres como mujeres reconociendo que también tenemos una vida, familia, necesidades personales, que no tienen nada que ver con el trabajo; que somos personas con capacidades y habilidades a desarrollar y que las mujeres pueden convertirse en importantes líderes “Las organizaciones están tomando conciencia de la necesidad de nuevas formas de gestión, a través de estructuras más flexibles e innovadoras. Las mujeres serían grandes beneficiarias de estos cambios, por las características particulares de sus desempeños frente a cargos de decisión y poder. De todas maneras, estas evoluciones serán lentas y limitadas de acuerdo a los diferentes contextos en donde ellas se desempeñen.” (Heller, 2004) y que incluso las mujeres pueden llegar a configurar un nuevo modelo de empresa.
La formación con enfoque de género es necesaria para la sensibilización del personal en las instituciones y organizaciones para que sean capaces de definir políticas internas de acuerdo a las necesidades que se detecten realizando diagnósticos y que se realicen con propuestas de mujeres y varones para que ellos participen, pero al mismo tiempo trabajen en sus masculinidades haciendo actos de reflexión sobre su papel en el hogar como nuevos modelos de paternidad.
Lograr la igualdad es todo un reto a construir en América Latina, pero ya se va caminando con las diferentes organizaciones de mujeres que están en una búsqueda constante de la igualdad de oportunidades, de trato y de resultados (García, 2008) es necesario que se genere una verdadera visión desde la sociedad civil, los gobiernos y las empresas, que vaya marcando un cuestionamiento sobre cómo queremos hombres y mujeres relacionarnos en un mundo que cambia constantemente y que ya no es sostenible en las ideas y concepciones que se han tenido sobre las mujeres.
Bibiliografía
Faur, Eleonor (2006). Género, masculinidades y políticas de conciliación familia-trabajo, Universidad Central, Colombia.
Gaba, Mariana (2008). Aportes de la Perspectiva de Género a la Teoría Organizacional Departamento de Investigaciones, Universidad de Belgrano, Buenos Aires.
García, Evangelina (2008). Políticas de Igualdad, Equidad y Gender Mainstreaming ¿De qué estamos hablando? Marco Conceptual, Edición: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), San Salvador.
Heller, Lidia (2004). Nuevas voces del liderazgo. Dilemas y estrategias de las mujeres que trabajan. Nuevohacer, Grupo Ed. Latinoamericano, Buenos Aires.
López, Mercedes (2000). La mujer y el poder en las organizaciones profesionales, Ed. FUNDAI. Buenos Aires.
Ramos Amparo, Barberá Ester y Sarrió Maite Mujeres directivas, espacios de poder y relaciones de género, Universitat de València